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lunes, 17 de mayo de 2010

Montmartre






En lo alto de la Colina de Montmartre, coronando la ciudad de París, se encuentra la Basílica del Sagrado Corazón de Montmartre, blanca y resplandeciente, que parece vigilar y controlarlo todo.

Montmartre

Montmartre se encuentra en el 18 arrondisment, es decir, el distrito número 18 de Paris, en la zona norte de la ciudad, y es uno de los barrios con mayor encanto, si no el que más, de la ciudad. Sus calles en cuesta, sus escaleras, y sus inconfundibles y acogedores cafés, hacen de Montmartre una cita inexcusable para el turista. Si bien todo el barrio es realmente bonito, la guinda nos la encontramos al llegar a la parte alta de la colina, a donde podemos acceder, bien dando un paseo por sus bonitos jardines y escaleras, o bien utilizando el funicular de Montmartre, que nos dejará a los mismos pies de la Basílica del Sagrado Corazón. También es posible subir por la parte de atrás de la colina, por sus empinadas y curvadas calles, llegando a la Place du Tertre.
Place du Tertre
Situada detrás de la Basílica de Montmartre, la Plaza es un lugar siempre concurrido, principalmente por los turistas, aunque también por los parisinos, atraídos por esta Plaza mágica y sus animadas terrazas y su gran ambiente.
Tanto la plaza como sus calles adyacentes están llenas de tiendas de recuerdos y restaurantes tradicionales para todos los bolsillos, todo enfocado para recibir y ofrecer al visitante todo lo que necesita.
Aparte de la singular composición de la plaza, con restaurantes y terrazas por todos lados, destaca la presencia masivas de pintores, artistas urbanos que acuden allí a pintar la plaza, hacer retratos a todo aquel que lo desee o vender sus pinturas en plena calle. Precisamente esta afluencia de artistas hace que a Montmartre se le llame a menudo el “Barrio de los Pintores”.
La Basílica del Sagrado Corazón
La Basílica está en pleno alto de la colina, desde donde la vista es realmente espectacular.
Sus orígenes datan de 1870; en aquel año Francia, en guerra con Alemania, no vivía su mejor momento, ya que parte de su territorio se hallaba ocupado por el enemigo y además las relaciones con el Vaticano no pasaban por su mejor momento.
Entonces se empiezan a achacar las desgracias del país más a un castigo de Dios que a una errónea política exterior, lo que se tradujo en la idea generalizada de que era necesario construir un templo para redimirse ante Dios y suplicar el perdón por las faltas cometidas.
De este modo, en 1872 el Cardenal Guibert aprueba la construcción de una iglesia, y elige Montmartre como lugar más apropiado para ellos. En 1873 la Asamblea Nacional aprueba el proyecto, y con ello se da luz verde de forma definitiva a la construcción de la iglesia. En 1919, la iglesia se consagra como Basílica, lo que la convierte en lugar de peregrinaje, un santuario que atrae cada año a miles de peregrinos de toda Francia y el mundo entero.
Como curiosidad, destacar que la construcción se realizó con dinero obtenidos con colectas en toda Francia, estando los nombres de los donantes, muchos de ellos modestos, inscritos en la piedra de la Basílica.

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